jueves, septiembre 23, 2010

Mi deseo en tu piel

algunas veces, mientras veo tu risita y dejas ver tus horribles dientes chuecos, no puedo contener las ganas de atravesarte una navaja, tan afilada, tan recta, tan punzante,

deslizarla por tu papada hasta llegar tan suave y delicadamente a tu garganta. Y mientras observas con horror y desesperación como sientes la delgada cuchilla atravesar tu piel y después tu carne, casi podrida por tu insensibilidad, atado de manos y pies, sin poder moverte, sin poder decir nada, tus ojos se desorbitan de la desesperación, tu respiración se agita, tu pulso sube y mientras mas sube mas sangre brota por la herida, tan roja, tan espesa, tan exquisita; quizás te preguntes, por que a mi?, que hice?, o tantas otras preguntas, pero ya ninguna tiene razón ni sentido de ser, te desangras irremediablemente, entonces es cuando decido que es hora de terminar de atravesar tu garganta, escucho como te ahogas con tu propia inmundicia, respiras, se escucha el gorgoreo de la sangre y el aire, te empiezas a poner pálido, aunque sinceramente, nunca habías tenido mejor color que ahora, es una pena que estés muerto; tus ojos son ahora cafés, tan terrenales, ya no hay mas misterio... it was just a dream

1 comentario:

Anónimo dijo...

La delicia de la perversión. Pasar por entre los matorrales de la locura para sentarno en las meseta de un momento de serenidad.

Miran los ojos con extraño recelo, varados, finados, cada uno al cielo
Ghysell